El lugar era árido. Seco. Muerto. Un viento ácido le acarició la cara cuando se quitó el casco.
Se había puesto de pie con dificultad, dolorido. Era una sensación extraña para él, tras décadas, casi siglos de poseer un cuerpo gigantesco y casi invulnerable.
El viento ácido quiso arañar la cara del Einar, jefe de batalla de una manada de Cazadores Grises. Conocía ese lugar, había combatido en él hacía un instante, hasta que el maldito Amun-Ra, un hechicero de los Mil Hijos había pronunciado un conjuro también maldito en el mismo momento en que Max el Negro lo ensartaba en su Colmillo de Kraken. Max el Negro era el señor lobo de la compañía...
¡La compañía!
Cuando miró alrededor, solamente encontró a sus hombres, los Cazadores de Einar. Todos casi ilesos, igual de sorprendidos que él de encontrarse en el mismo lugar que un instante antes... pero completamente solos. El templo parecía caerse a pedazos, como si hubiese envejecido diez milenios en un instante, pensó.
Einar ignoraba lo acertado de aquella suposición...
Escuadra de Cazadores Grises, escala fidedigna, armadura preherejía.
Que saldrán de:
++ Caja de manada de Lobos Espaciales: 30 euros.
++ Exterminadores de saldo (piernas, brazos): 10 euros.
++ Materiales adicionales: masilla verde, masilla milliput gris, pintura, plasticard de 1 y 0´5 mm, plasticard textura de baldosas, pegamentos, herramientas, servoarnés de Sacerdote Lobo.
Total, 40 euros. Por los pelos. Pero acumulando piezas.
Einar percibió un destello por el rabillo del ojo. Sus olfato aumentado le derramó la sensación inconfundible del olor del ozono segundos antes. Su oído, una particular y estruendosa risa. Sólo podía tratarse de Gandalf el Loco. Sonrió al darse cuenta de que los Cazadores no estaban tan solos como creía...
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